miércoles, 8 de octubre de 2014

LA HUELLA ECOLÓGICA

La huella ecológica es un indicador ambiental que trata de cuantificar el impacto de la actividad humana sobre el planeta con una finalidad principalmente divulgativa. Es importante hacer comprensible al mayor número de personas cómo nuestras actividades diarias y las de la humanidad en general, están afectando al planeta.
Con la huella ecológica se relaciona de un modo comprensible nuestras actividades con su repercusión sobre el medio ambiente. La idea es que nosotros tomamos de la Tierra una serie de recursos: alimentos, suelo, energía. Todos estos recursos precisan directa o indirectamente de una superficie de terreno. Por ejemplo:  los vegetales que comemos se cultivan sobre una superficie de terreno; los productos de origen animal que comemos precisan de alimentos vegetales que han de crecer sobre una determinada superficie. Si construimos casas ocupan un terreno. Pero hay otros recursos que su relación con una superficie de la tierra es indirecta. Si consumimos energía, o nos desplazamos en un coche producimos una determinada cantidad de CO2. La cantidad de vegetación necesaria para absorber ese CO2 a través de la fotosíntesis ocupa una determinada superficie de terreno. Si vamos sumando tenemos al final una determinada cantidad de hectáreas que precisaríamos para soportar nuestra actividad diaria. Esta es la huella ecológica.
Si consultamos la Wikipedia: El cálculo de la huella ecológica es complejo, y en algunos casos imposible, lo que constituye su principal limitación como indicador; en cualquier caso, existen diversos métodos de estimación a partir del análisis de los recursos que una persona consume y de los residuos que produce. La cantidad de hectáreas utilizadas para urbanizar, generar infraestructuras y centros de trabajo. Hectáreas necesarias para proporcionar el alimento vegetal necesario. Superficie necesaria para pastos que alimenten al ganado o animales Superficie marina necesaria para producir peces. Hectáreas de bosque necesarias para asumir el CO2 que provoca nuestro consumo energético. En este sentido no sólo incidiría el grado de eficiencia energética alcanzado sino también las fuentes empleadas para su obtención: a mayor uso de energías renovables, menor huella ecológica.